Solo se oía el tic tac del reloj.
<<tic-tac, tic-tac, tic-tac>>
Qué sonido más irritante, estaba claro que si seguía así no dormiría en toda la noche.
Me levanté y metí el reloj en una caja, lo tapé con almohadas, cerré la caja con cinta adhesiva y lo saqué a la calle.
Exhausta, volví a mi casa, me metí en la cama y me dispuse a dormir.
Habría
pasado una hora cuando me desperté alarmada, otra vez estaba ahí ese
sonido tan irritante, pero esta vez era diferente, sonaba muchísimo más
fuerte, cómo si le hubieran subido el volumen y también iba mucho más
rápido, es más iba tan rápido que no podía distinguir el tic del tac.
Un escalofrío me recorrió la espalda a ver que la puerta de mi habitación se abría lentamente mientras el sonido crecía.
<<tictactictactictactictac>>.
Lo
último que recuerdo fue ver a una figura encapuchada con un reloj de
bolsillo de la mano, moviendolo al compás del sonido, mirandome
fijamente con sus pequeños ojos rojos.
Paula Mansillas
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