Empiezo a correr, e intento despistarle yéndome hacia un parque. No
paro, pero me giro cuando llego, y veo que está muy cerca, demasiado
cerca. Es en ese momento cuando tropiezo y me caigo. Ya ha llegado, y
sujeta una navaja entre sus manos.
Soy incapaz de levantarme pero, mientras roza la cuchilla contra mi garganta, oigo el sonido de un gallo.
Suena el despertador. Hora de ir al instituto.
Carmen Gómez
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