Todas
las noches, mientras los demás dormían, se le podía ver corriendo
descalza por los caminos del pueblo que llevaban al gran lago donde la
esperaba su único y mejor amigo: el monstruo del lago.
Sin embargo, durante el día, cada vez que escuchaba los rumores de que alguien había visto al temible monstruo, no podía evitar voltear los ojos y decir que esas leyendas no eran más que tonterias.
Sin embargo, durante el día, cada vez que escuchaba los rumores de que alguien había visto al temible monstruo, no podía evitar voltear los ojos y decir que esas leyendas no eran más que tonterias.
Nicolas Iglesias
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